viernes, 19 de junio de 2009

Cerrando Circulos

“Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida.
Si insistes en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto.
Cerrando círculos, O cerrando puertas, O cerrando capítulos.
Como quieras llamarlo, lo importante es poder cerrarlos, dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.
¿Terminaste con tu trabajo?,¿Se acabó una relación?,¿Ya no vives más en esa casa?, ¿Debes irte de viaje?,¿La amistad se acabó?
Puedes pasar mucho tiempo de tu presente “revolcándote” en los porqué, en regresar el casette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos, a pasar la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante.
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltar, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.
No, ¡los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, papeles por romper, documentos por tirar, libros por vender o regalar.
Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar.
Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente.
El pasado ya pasó. No esperes que te devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de quién eres.
Suelta el resentimiento. Al prender “tu televisor personal” para darle y darle al asunto, lo único que consigues es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo.
La vida está para adelante, nunca para atrás. Porque si andas por la vida dejando ‘puertas abiertas”, por sí acaso, nunca podrá desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción.
Noviazgos o amistades que no clausuras, posibilidades de “regresar” (a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que te invadieron ¡Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo!, si no, déjalo ir, cierra capítulos. Di a ti mismo que no, que no vuelve.
Pero no por orgullo ni soberbia, sino porque ya no encajas allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en ese escritorio, en ese oficio.
Tú ya no eres el mismo que fuiste, hace dos días, hace tres meses, hace un año, por lo tanto, no hay nada a que volver.
Cierra la puerta, pasa la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático.
Es salud mental, amor por ti mismo desprender lo que ya no está en tu vida. Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir porque: cuando viniste a este mundo ‘llegaste’ sin ese adhesivo, por lo tanto es “costumbre” vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir.”

Cerrando Circulos